Seguimos analizando las películas de James Bond. Hoy el turno es para la cinta de 1977,’The Spy Who Loved Me’ la tercera película protagonizada por Roger Moore como el agente 007. Rescatamos la crítica de este filme de Bond, gracias al esfuerzo realizado por la página argentina SSSM, portal especializado en el personaje de Ian Fleming.
Ficha técnica
Gran Bretaña, 1977: Roger Moore (James Bond), Barbara Bach (Mayor Anya Amasova), Curt Jurgens (Karl Stromberg), Richard Kiel (Mandíbulas), Caroline Munro (Naomi); Walter Gotell (General Gogol), Geoffrey Keen (Ministro de Defensa), Bernard Lee (M), Desmond Llewelyn (Q), Lois Maxwell (Miss Moneypenny), George Baker (Capitán Benson)
Director: Lewis Gilbert – Guion: Christopher Wood y Richard Maibaum – Música: Marvin Hamlisch – Canción del título: interpretada por Carly Simon – Montaje: John Glenn – Fotografía: Claude Renoir – Asesor artístico: Ken Adam – Productor asociado: William P. Cartlidge – Productor: Albert R. Broccoli
123 min, No rating, Color – 7/7/1977: estreno mundial en el Odeon Leicester Square de Londres – nominada al Oscar 1977 – 50th Academy Awards – en los siguientes rubros: Dirección de arte – The Spy Who Loved Me – Ken Adam, Peter Lamont – Banda Sonora (Original Score) – The Spy Who Loved Me – Marvin Hamlisch – Canción Original (Original Song) – The Spy Who Loved Me – Marvin Hamlisch, Carole Bayer Sager – Diseño decorados – The Spy Who Loved Me – Hugh Scaife.
Sinopsis
Dos submarinos – uno inglés y otro ruso – desaparecen en el atlántico, y los respectivos servicios secretos de inteligencia envían a James Bond y Anya Amasova a investigar. Los caminos de ambos agentes secretos se cruzarán mientras siguen el rastro de un traficante de documentos secretos en Egipto. Y Anya descubrirá que 007 es el espía que asesinó a su novio en el transcurso de una misión secreta. Los agentes deberán dejar de lado sus venganzas personales por un rato, hasta liquidar los planes del millonario Karl Stromberg, que ha secuestrado los submarinos para lanzar con ellos un ataque atómico a las principales potencias, provocar una devastación nuclear como fruto de la inevitable guerra, y poder construir así un imperio submarino.
El resurgir
Es triste ver como el golpe de impacto del fracaso de taquilla de ‘On Her Majesty’s Secret Service’ expandiría sus ondas hasta 1977. Primero, por la crisis en el matrimonio comercial Broccoli – Saltzman, ya que la presencia de uno equilibraba al otro sobre el control artístico. Si bien el período 1971 – 1977 no deja de ser creativo, es por cierto de menor calidad pero con algunos trazos memorables. El matrimonio produciría juntos su filme final ‘Diamonds Are Forever’, y después cada socio se encargaría de una producción : Broccoli de ‘Live and Let Die’, y Saltzman de ‘The Man With the Golden Gun’, filmadas en años sucesivos para afirmar el concepto de Roger Moore = James Bond, y como parte del acuerdo del divorcio.
El cambio
El segundo impacto del fracaso de OHMSS sería el cambio del estilo Bond. El personaje se aligeraba, y ciertamente participaba de un perfil más cercano a sus imitadores que a sus propios orígenes. El nivel de extravagancia y disparate se elevaría, pero aún dentro de ciertos límites aceptables para la flexible suspensión de la credibilidad del habitual público Bond.El tercer impacto
Pero el tercer impacto – y el que más nos interesa -, era el de creer exclusivamente en la taquilla como sinónimo de calidad. OHMSS fue un fiasco económico; eso significaba que se debía abandonar ese estilo. Mientras que el filme de Lazenby fracasaba por dos hechos fundamentales (Lazenby no era Connery – ni similar -, y la trama era muy atrevida al presentar a un Bond sentimental y casado / viudo), era de una calidad indiscutiblemente alta. Si Diamonds Are Forever triunfó sobre la medianía de sus méritos, era porque el público amaba a Connery. Y si las siguientes producciones iban flojas en recaudación – pero aún superaban en ventas a OHMSS -, ello parecía indicar que era el camino correcto a seguir. Por eso cada producción fue incrementando las virtudes y defectos de Diamonds Are Forever, en un claro error de concepto.
‘The Spy Who Loved Me’
Este rearmado de la fórmula llegaría hasta 1977, en donde las cosas encajaron en su lugar en The Spy Who Loved Me, que podría definirse como el Goldfinger para teenagers y ávidos consumidores de pop corn de los 70, con menor calidad, sutileza y estilo pero mayor espectacularidad . Llega al nivel de Diamonds Are Forever y supera a sus dos antecesoras que habían tenido una respuesta tibia de público. Y es que la serie conseguiría la mayoría de sus mejores bazas cuando tocara el tema de la dominación mundial, además de que era lo que el público identificaba – y disfrutaba – de un filme Bond. Tanto Live and Let Die como The Man With The Golden Gun resultaban bastante más mundanas y acotadas, a pesar de su carga de explosiones, y la platea pedía el regreso al gran espectáculo.
La era de Broccoli
The Spy Who Loved Me es la primera producción oficial en solitario de Broccoli. Y en la que Roger Moore combate a un supervillano que quiere destruir al mundo entero y termina por identificarse plenamente con el personaje. Es ciertamente un filme dispar, plagado de homenajes a otros filmes anteriores (y mejores) de la serie, con Moore dando rienda suelta a su comedia. Y si bien Stromberg actúa por su cuenta, el plan original era relacionarlo como miembro de SPECTRE, aunque el dichoso lío de derechos con Kevin Mc Clory hizo cambiar las cosas sobre la marcha y abandonar la idea. Un filme en reconstrucción
The Spy Who Loved Me mostraba ser un rompecabezas de elementos Bond ya vistos: un auto pleno de gadgets (el Lotus Sprit) como Goldfinger, una gran pelea en tren (como From Russia With Love y Live and Let Die). Y también el filme es una reconstrucción – en otros ambientes y escenarios – de la trama original de You Only Live Twice (incluso parte de los decorados del interior del Liparus – como las celdas de la tripulación y el monorriel – son los mismos). Y para manejar algo similar decidieron llamar al director original de dicho filme, Lewis Gilbert.
Tal como recién dijimos, la cinta sintetiza suspenso, violencia y ridículez. Las peleas de Jaws, el excelente ataque en el Liparus a la cabina de comando, el teaser inicial se encuentran dirigidos con nervio y son más que dignos, y permiten que la aventura sea muy disfrutable a pesar de ciertos excesos. El filme es muy restringido en su grado de fantochada hasta la mencionada pelea de Jaws, Anya y Bond en las ruinas. Ya cuando la camioneta (o lo que queda de ella) va por el desierto con la música de fondo de Lawrence de Arabia, es cuando la película comienza su escalada de abusos a la credibilidad del espectador (el Lotus emergiendo del agua y Bond entregando un pez a un bañista, por ejemplo), pero sin saturar o excederse de cierto grado que hubiera significado romper la complicidad con el espectador. Es algo gradual y bien dosificado.
Conclusión
A su modo, es un muy buen filme, entretenido y variado. El regreso a las grandes ligas de Bond contra cerebros criminales que desean destruir el mundo. La música es término medio, Moore está mejor aunque un poco se excede, y las interpretaciones son buenas, exceptuando la espantosa actuación de Barbara Bach. Gilbert maneja con suspenso y nervio la trama y la acción, aunque a veces da rienda suelta al disparate, perdonable por la pareja buena calidad de otros elementos que hacen a un buen espectáculo.